Vegetación
Revisión y análisis histórico de la cartografía sistemática de la vegetación en Venezuela

Otto Huber, María A. Oliveira-Miranda

La caracterización y representación gráfica de los paisajes de una determinada región puede llevarse a cabo mediante el uso de diversos criterios temáticos. Según el criterio que se elija, se obtendrá un mapa geológico, un mapa fisiográfico, un mapa de suelos (edafológico) o un mapa climático. Sin embargo, cada uno de estos enfoques ofrece una visión parcial del paisaje y esta visión lo hace, casi siempre, difícil de diferenciar, bien porque parte del paisaje es cubierto por la vegetación o bien porque se reflejan características abstractas, como es el caso de un mapa climático. Por esta razón, los mapas de vegetación (mapas de cobertura de la tierra o land cover map) son los más adecuados para ofrecer una visión de conjunto de la diversidad de elementos visibles en el paisaje y de su distribución espacial en un determinado momento.
Mientras que la pintura cumple con la finalidad de representar un paisaje o cierta visión personal del mismo, un mapa pretende dar una idea precisa y objetiva de la distribución espacial de los diferentes tipos de paisajes vegetales reconocidos por un observador botánico. Por esta razón, los mapas se encuentran referidos a una extensión de terreno determinada y es importante emplear una misma escala horizontal que permita la comparación entre las diferentes unidades allí presentes.
La ciencia de la cartografía vegetal es relativamente reciente. Los primeros mapas de vegetación a escala global, científicamente elaborados, fueron publicados por Schouw , Grisebach y Drude , con base en los criterios fitogeográficos y ecológicos presentados por Alexander von Humboldt en 1807 y 1815 . A partir de entonces, prácticamente toda la cobertura vegetal del mundo ha sido cartografiada, y desde el inicio de la era de los sensores remotos, a principios de los años setenta, los métodos, criterios y leyendas desarrollados han sido cada vez más sofisticados y detallados, y aplicables a todas las escalas geográficas.
La cobertura vegetal o vegetación de una región determinada está constituida, a manera de mosaico, por las comunidades de plantas instaladas en cada uno de los ecosistemas presentes. Mientras el producto de un botánico sistemático consiste en una lista detallada de cada especie de planta que crece en el área de referencia (lista florística, flora), el fitogeógrafo o ecólogo vegetal debe analizar la distribución geográfica de las comunidades de plantas (fitocenosis), y plasmar esa distribución sobre un mapa donde el primer nivel de información consiste en la fisionomía de la comunidad (bosque, sabana, páramo, etc.), y en cuyo segundo nivel se expresa la composición florística.
La fisionomía de una comunidad vegetal se reconoce por el tipo de plantas predominantes que crecen en un lugar, de tal forma que un conjunto de árboles conforman un bosque, un conjunto de gramíneas constituyen una sabana, etc. El resultado al aplicar este enfoque es un mapa temático de vegetación, en el cual se representan las diferentes categorías ordenadas mediante un sistema de clasificación que se expresa en la leyenda correspondiente.
Generalmente se admite que la historia de la exploración botánica científica en Venezuela comenzó en 1754, con la llegada de Pehr Löfling como miembro de la Expedición de Límites de la Corona Española. Löfling, discípulo de Carl von Linné, realizó las primeras colecciones botánicas en Venezuela en los alrededores de Cumaná y luego en la región del bajo río Caroní, donde sucumbió a las fiebres maláricas con apenas 27 años de edad.
A lo largo de todo el siglo XIX en Venezuela no se produjeron mapas de vegetación científicos. Sin embargo, en el Atlas publicado por Humboldt entre 1814 y 1838 , se encuentran numerosos mapas geográficos de áreas exploradas por este gran investigador y Aimé Bonpland, los cuales incluyen indicaciones generales sobre la vegetación observada en ese largo itinerario. También cabe mencionar la existencia de un pequeño mapa de vegetación muy general, que fue incluido en la famosa obra de geografía de Venezuela de Agustín Codazzi, publicada entre 1840 y 1841.
La cartografía vegetal con carácter científico se inicia mucho más tarde, en 1920, con la publicación del Mapa ecológico de Venezuela por parte del botánico suizo Henri Pittier, residenciado en Venezuela desde 1918. En esta labor cartográfica, a escala 1:2.000.000, Pittier revela por primera vez las principales formaciones vegetales conocidas hasta esa fecha para todo el territorio nacional. Lo complementaba un folleto titulado Esbozo de las formaciones vegetales de Venezuela con una breve reseña de los productos naturales y agrícolas. En el mapa se representan seis (6) unidades de formaciones vegetales naturales, referidas a cuatro (4) tipos de selvas (xerófilas, veraneras, pluviales y templadas), a las sabanas y a los páramos, además de dos unidades adicionales correspondientes a cultivos, periódicos y permanentes (Figura 1 ).

Figura 1: Representación del Mapa Ecológico de Venezuela. Fuente: Pittier (1920a)

En esa época los conocimientos sobre la vegetación de Venezuela eran muy escasos, por esta razón la representación cartográfica de las diferentes unidades fue totalmente esquemática, es decir, que no reflejaba la extensión real del tipo de vegetación en el terreno. Sin embargo, el mapa indica con sorprendente detalle la distribución de los grandes tipos de vegetación al norte del país. Hay que considerar que para el momento de la publicación de esta obra, Pittier tenía apenas unos pocos años trabajando en Venezuela y sus viajes de campo mayormente estaban restringidos a las inmediaciones de Caracas hasta Maracay (estado Aragua) y al límite norte de los llanos. Por lo tanto, este mapa se basa esencialmente en un acucioso estudio de la literatura botánica disponible sobre Venezuela y sus países vecinos en aquellos años.
Pasarían más de treinta años, desde la publicación del mapa de vegetación de Pittier, para que comenzara un período intenso de investigación de la naturaleza en Venezuela. Esto se debió, por una parte, al vigoroso surgimiento de las universidades, a la progresiva inserción de investigadores en el mundo científico y académico del país, y a la creación de organizaciones gubernamentales dotadas de personal y medios calificados para adelantar un proceso intenso y dinámico de inventarios de los recursos naturales. Destacan los procesos de modernización que se adelantaron en el Ministerio de Obras Públicas (MOP), en la Comisión de Planificación Nacional de los Recursos Hidráulicos (COPLANARH) del Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), y en el Consejo de Bienestar Rural (CBR), los cuales contribuyeron a crear nuevas bases de conocimiento sobre vastas regiones del país, algunas apenas conocidas por sus nombres. Resalta la labor desempeñada por la nueva dependencia del MOP, el departamento de Cartografía Nacional, y su amplio programa de aerofotogrametría llevado a cabo desde finales de los años 40 hasta 1970 en casi todos los sectores del país ubicados al norte del Orinoco.
En 1955, Francisco Tamayo, destacado discípulo de Pittier, presenta el Mapa fitogeográfico preliminar de la República de Venezuela (Figura 2 ), con características muy distintas al predecesor. Este trabajo cartográfico traza los nuevos conocimientos sobre la cordillera de la Costa, los llanos centrales del Guárico y la región de Santa Elena de Uairén, la cual hasta ese entonces era un remoto y casi desconocido rincón en el sureste de la Gran Sabana del estado Bolívar. Este mapa representa un gran avance con respecto al publicado por Pittier, y en él se reconocen veintiocho (28) unidades, desglosadas de la siguiente manera: doce (12) tipos diferentes de bosques y selvas, cuatro (4) tipos de matorrales, un (1) tipo de páramo y, nada menos que, once (11) tipos de sabanas. El interés de Tamayo por las sabanas, bioma ampliamente distribuido en Venezuela, lo convirtió en el primer botánico y ecólogo experto de este ecosistema. Adicionalmente, en 1958, en el primer número de la Revista Forestal Venezolana, Tamayo publica un texto intitulado Notas explicativas del ensayo del mapa fitogeográfico de Venezuela , en el que define con mayor detalle las características del mapa.
En el Atlas Oficial de Venezuela publicado en 1969, aparece otra versión del mapa fitogeográfico reelaborado por Tamayo en 1975. A diferencia del mapa original, esta versión contiene una leyenda simplificada de 24 unidades y no incluye cultivos. En ambos mapas las unidades de vegetación se representan de una manera gráfica esquemática.

Figura 2: Representación del Mapa fitogeográfico preliminar de la República de Venezuela. Fuente: Tamayo (1955)

El año 1960 marca una fecha importante para la historia de la cartografía vegetal en Venezuela, cuando el Ministerio de Agricultura y Cría (MAC) presenta al público el primer Atlas agrícola de Venezuela, al cual le sigue en 1961 el primer Atlas forestal de Venezuela. Ambas publicaciones contienen una serie de mapas a escala 1:4.000.000, además de numerosos mapas temáticos con menor nivel de detalle (escala 1:8.000.000), acompañados por tablas y gráficos interpretativos, y en ambos casos se hace uso sistemático de la aerofotogrametría, sistema ya consolidado en Venezuela en las dos décadas anteriores. La información fotográfica obtenida durante los vuelos de reconocimiento sobre amplias regiones del país y su posterior análisis e interpretación estereoscópica hizo posible, por primera vez, una visión precisa de la extensión de los grandes tipos de vegetación gracias a lo cual se logró una representación cartográfica mucho más real y detallada.
En 1960 también aparece impreso el tercer mapa de vegetación a escala de 1:2.000.000, titulado Mapa de la vegetación de la República de Venezuela, cuyo autor es Kurt Hueck, Ingeniero Forestal del Instituto Forestal Latinoamericano (IFLA) de Mérida. Esta publicación también presentó una versión a escala reducida de 1:4.000.000, contenida en el Atlas agrícola de Venezuela del mismo año (1960). El mapa de Hueck viene a ser el primer trabajo de vegetación semiesquemático de Venezuela, y contiene un total de veinticuatro (24) unidades de vegetación, que comprenden selvas y bosques, chaparrales, estepas y praderas, manglares, páramos y otras unidades de vegetación especial (Figura 3 ).

Figura 3: Representación del Mapa de la vegetación de la República de Venezuela. Fuente: Hueck (1960)

El mapa de Hueck indica, con notable precisión, la extensión de las unidades de vegetación ubicadas al norte del río Orinoco. Sin embargo, en la mitad sur del país (estados Bolívar y Amazonas) prevalece, para entonces, la representación esquemática debido a la falta de información aerofotográfica para estas regiones. Esta situación es resuelta en 1971, cuando se dispone de los levantamientos de radar efectuados para estos estados entre los años 1960 y 1970, por la empresa Aeroservice en el marco del Programa Conquista del Sur (CODESUR), promovido por el MOP.
En 1968, el Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), a través del Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (FONAIAP), publica un novedoso mapa titulado Mapa ecológico según la clasificación de zonas de vida del mundo de L.R. Holdridge. Este mapa indica, a la misma escala 1:2.000.000, las zonas de vida del país, elaboradas mediante una fórmula bioclimática, basada en la relación entre los parámetros temperatura y precipitación media anuales con la evapotranspiración potencial .
El “Mapa ecológico según Holdridge”, como se le conoce usualmente, tuvo una amplia difusión en Venezuela y en la mayoría de los países latinoamericanos donde este sistema fue adoptado para la representación de la cobertura vegetal. A pesar de estar basado en una fórmula bioclimática, según la interpretación de los autores, la leyenda emplea exclusivamente nombres de categorías de vegetación que corresponden a cada intervalo calculado con la fórmula bioclimática. En 1976 se publicó una nueva edición del mapa y del texto explicativo titulado Zonas de Vida de Venezuela. Memoria Explicativa sobre el Mapa Ecológico. Como es de suponer, tratándose de un mapa basado en criterios bioclimáticos, las unidades están representadas en forma esquemática para todo el país, apoyándose en los niveles altitudinales del relieve (Figura 4 ).

Figura 4: Representación del Mapa ecológico según la clasificación de zonas de vida del mundo de L.R. Holdridge. Fuente: Ewel et al. (1976)

Con la llegada de las primeras imágenes de sensores remotos generadas desde satélites artificiales, la cartografía vegetal experimenta cambios sustanciales. Las imágenes en blanco y negro de los primeros satélites LANDSAT (1976-1978) por primera vez permitieron contar con una visión de conjunto de toda la cobertura de la Tierra. En Venezuela se implementaron rápidamente estas herramientas para producir nuevas generaciones de mapas temáticos. En 1977, con el recién creado Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (MARNR), comenzó la elaboración de un detallado inventario de los recursos naturales de todo el país, similar al Projeto RADAM de Brasil iniciado en la misma década. El proyecto nacional, apoyado por agencias internacionales como la FAO de las Naciones Unidas, recibió el nombre de Sistemas Ambientales Venezolanos -Proyecto VEN/79/001, y fue ejecutado en cuatro años por un equipo de profesionales altamente calificados, bajo la coordinación de Deud Dumith.
En el marco de este proyecto se produjo el Mapa de la vegetación actual de Venezuela, publicado en 1982, que consistió en un informe técnico acompañado por un atlas, con setenta y cinco (75) cartas en blanco y negro, a escala 1:250.000 . Luego, en 1983, a través del Programa Agroforestal el MARNR publicó una síntesis con un atlas de las 75 cartas reducidas a la escala de 1:500.000. En estos mapas se utilizó una leyenda totalmente novedosa, que incorpora tanto los criterios estrictamente vegetales, como otros relacionados: geomorfología, clima, piso altitudinal, grado de inundación, etc. De esta forma, la leyenda permite conocer con mayor propiedad y detalle el tipo de vegetación y las variables ambientales asociadas para cada región del país. Por mucho tiempo este grupo de cartas constituyó la información cartográfica vegetal más detallada disponible. En la figura 5 (Figura 5 ) se presenta a manera referencial los resultados del reprocesamiento de esta información, en formato digital, realizado por Madi y colaboradores (2008), como parte de un proyecto del Ministerio del Poder Popular para el Ambiente (MinAmb).

Figura 5: Representación del Mapa de la vegetación actual de Venezuela (1979-1982). Fuente: Madi et al. (2008)

En el proyecto Sistemas Ambientales Venezolanos, se utilizó tanto la información proveniente de sensores remotos como la tradicional aerofotográfica, con un buen control de campo especialmente en la mitad norte del país. Por esta razón se puede afirmar que las unidades de vegetación cartografiadas (polígonos) corresponden generalmente a extensiones territoriales efectivamente observadas en la naturaleza en esta “ventana temporal” entre 1972 y 1979. Esto configura el primer mapa de vegetación no esquemático producido en Venezuela, aunque es necesario destacar que no todos los polígonos pudieron identificarse o clasificarse unívocamente en su contenido vegetal a través de las imágenes, en especial en las regiones menos accesibles y más desconocidas al sur del país.
En 1985, la Dirección de Vegetación del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (MARNR) publicó un voluminoso Atlas de la vegetación de Venezuela . Este documento, coordinado por Edward Ara, reúne numerosos mapas, diagramas y tablas sobre diferentes aspectos de la vegetación venezolana, así como textos ilustrados explicativos sobre los principales paisajes vegetales del país preparados por varios científicos de la época, incluyendo a J.A. Steyermark, V. Vareschi y J.P. Veillón. En el anexo de ese atlas se inserta una lista detallada de especies arbóreas encontradas hasta la fecha en el territorio nacional, así como una exhaustiva bibliografía temática.
En 1988, Otto Huber y Clara Alarcón publican el Mapa de vegetación de Venezuela, a escala 1:2.000.000 (Figura 6 ). Consta de dos caras, la principal con la figura del mapa y sus leyendas, y la cara posterior dividida en tres columnas: la sección central con una explicación sobre la estructura, alcance y definiciones del mapa, y las dos secciones laterales con caracterizaciones breves de cada una de las ciento cincuenta (150) unidades de vegetación. La base de información proviene del Mapa de la vegetación actual de Venezuela publicado por el proyecto Sistemas Ambientales Venezolanos , de nuevas imágenes satelitales obtenidas hasta 1985, y de la experiencia de campo acumulada por los autores.

Figura 6: Representación del Mapa de Vegetación de Venezuela. Fuente: Huber y Alarcón (1988)

La representación de la vegetación se estructuró en cuatro niveles jerárquicos: regiones, subregiones, sectores y unidades, de menor a mayor detalle. La leyenda, por su parte, se elaboró siguiendo un esquema simplificado de parámetros ambientales y de vegetación. Igualmente, incluye una leyenda por grandes biomas vegetales, mediante una escala de colores.
A partir del año 1993, la Dirección de Vegetación del MARNR emprendió la elaboración de un nuevo mapa de vegetación del norte de Venezuela a escala 1:250.000, utilizando como base la información de imágenes LANDSAT TM y empleando una leyenda compatible con la del mapa de Huber y Alarcón (1988). Este proyecto, coordinado por Delfina Rodríguez , generó inicialmente ocho mapas impresos que cubren mayormente la región de los Llanos suroccidentales y parte de los Andes surorientales. El resto de los mapas fueron elaborados en formato electrónico, pero la distribución pública de este material es limitada.
En el año 2003, el MARN publica un Mapa de vegetación de Venezuela , a escala 1:2.000.000, el cual cubre la Zona en Reclamación o Guayana Esequiba (Figura 7 ). Este mapa, elaborado por el Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar (IGVSB) y distribuido en forma impresa y electrónica, se basa esencialmente en la información contenida en el mapa de vegetación de Huber y Alarcón (1988), con modificaciones menores en las zonas limítrofes a la línea de demarcación entre Venezuela y Guyana.

Figura 7: Representación del Mapa de Vegetación de Venezuela. Fuente: MARN (2003)

Una de las iniciativas más recientes a escala nacional en la cartografía vegetal es el Proyecto MARNOT (Manejo de Recursos Naturales y Ordenamiento de Tierras) del MARN. Este proyecto, concluido en 2007, tuvo como objetivo la actualización de los datos contenidos en los Sistemas Ambientales Venezolanos, a partir de la interpretación de imágenes de satélite recientes. La información resultante fue incluida en bases de datos geográficas, disponible en forma electrónica y distribuida a través del Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar (IGVSB), adscrito actualmente al MinAmb.
En el futuro será posible la producción de una nueva generación perfeccionada de mapas de vegetación para Venezuela, gracias a la disponibilidad de imágenes satelitales cada vez con mayor resolución espacial, así como de datos de relieve obtenidos en forma sistemática y precisa para todo el país a partir de sensores remotos y otras herramientas geoespaciales, junto con el uso de los Sistemas de Información Geográfica. El uso de estas herramientas de la geomática permite incorporar tanto parámetros ambientales como aspectos sociales complementarios, todos susceptibles de actualizarse en intervalos cortos de tiempo, incorporándose la condición dinámica de los datos, lo que facilita el proceso de planificación y de ordenamiento territorial. Adicionalmente, al formar parte de una base de datos, cada variable puede ser actualizada independientemente sin afectar la funcionalidad de las restantes; y la escala de representación puede variar, quedando limitada sólo por la escala del levantamiento y la calidad de la información.
En este sentido, para garantizar la generación de información confiable y de alto nivel, es imprescindible que los datos empleados para la elaboración de estos futuros mapas sean de una calidad igualmente elevada y confiable. Cada comunidad vegetal y cada tipo de vegetación presente en un lugar son el producto de numerosos procesos de adaptación y de evolución histórica que deben ser reconocidos, clasificados e interpretados mediante estudios de índole florística, ecológica y geográfica. En muchas regiones del trópico americano estos estudios todavía no se han realizado en forma sistemática ni con el mismo nivel de detalle, lo cual implica que aún existen importantes extensiones de territorio que carecen de información fiable.
En cuanto a la velocidad de producción de estos nuevos inventarios florísticos y estudios fitoecológicos de campo, lamentablemente es probable que no se cuente con el tiempo necesario para su desarrollo, considerando el acelerado y cada vez más intenso proceso de sustitución de la vegetación natural con altos niveles de biodiversidad, por vegetación secundaria, florística y ecológicamente empobrecida. Es necesario enfatizar que, una vez destruida la vegetación natural, es muy difícil y hasta imposible su restablecimiento en términos de dimensiones temporales humanas, ya sea en lustros (50 años) o en siglos (100 años).

Bibliografía