Métodos
Estableciendo prioridades
para la conservación de los
ecosistemas terrestres de Venezuela

María Idalí Tachack-García, Jon Paul Rodríguez

Las evaluaciones de riesgo objetivas, transparentes y basadas en información científica son un requisito previo para la planificación y definición de políticas efectivas de conservación . Sin embargo, aunque las evaluaciones son necesarias y muy valiosas en cualquier ecuación para establecer prioridades no son suficientes por sí solas, y en la planificación para la conservación de ecosistemas se requiere contar con herramientas adicionales que faciliten la toma de decisiones.
La planificación estratégica orientada hacia la conservación de la biodiversidad, entendida ésta como un proceso a largo plazo, exige obtener el mayor impacto en proporción a los recursos invertidos. Sin embargo, los fondos son siempre limitados, el personal disponible es menos que el ideal y la urgencia de los retos en conservación requiere de acciones rápidas y efectivas . Por lo tanto, es necesario definir claramente las prioridades para escoger de manera balanceada cómo se invierten y se optimizan los recursos disponibles . Al considerar las acciones viables en contraposición con los recursos económicos surgen diferentes dilemas: ¿Cómo escoger el ecosistema o un conjunto de ecosistemas en los que se concentrarán las acciones en el corto, mediano o largo plazo? Lo ideal sería dedicar todo el esfuerzo posible a los ecosistemas más amenazados, ya que en virtud de la condición de emergencia, si no se actúa pronto desaparecerán. Por otra parte, los ecosistemas más amenazados frecuentemente son aquellos que están habitados por humanos y, por lo tanto, los costos para la implementación de medidas de conservación son más altos, e invertir los recursos disponibles en un área muy pequeña podría implicar el agotamiento del presupuesto . Si se concentran los recursos en los más amenazados, ¿qué ocurriría con los ecosistemas que hoy en día no enfrentan riesgos? ¿Habría que esperar hasta que estén amenazados para intervenir? En el caso contrario, en el que las acciones se enfoquen sólo en los ecosistemas menos amenazados, ¿qué sucedería con los más amenazados? ¿Se permitiría su desaparición?
Más que de dilemas científicos, se trata de retos que deben ser abordados tomando en cuenta la mejor información científica disponible, y combinándola con otras variables. En una estrategia de conservación balanceada seguramente convergirían respuestas a los casos más urgentes con medidas preventivas enfocadas en áreas que no estén enfrentando grandes riesgos. De hecho, la conservación preventiva indudablemente es más eficiente en términos de costos, que medidas reactivas como la rehabilitación o la restauración .
No existe una sola respuesta frente al dilema de elegir las especies o los ecosistemas prioritarios para la conservación, por lo que es ilógico asumir que cualquier propuesta sea una solución única y definitiva a tan graves problemas. Sin embargo, es indudable que la mejor alternativa pasa por enfrentar el reto de manera sistemática, donde primero se defina un conjunto de variables a ser empleadas en la priorización, luego se cuantifique la posición de los ecosistemas dentro de ese conjunto de variables y, finalmente, se realice una jerarquización en función de los parámetros establecidos.
La propuesta que se presenta aquí se inspira en un ejercicio análogo al desarrollado para definir las prioridades de conservación de aves en Venezuela, donde además del riesgo de extinción, se tomaron en cuenta tres variables adicionales: unicidad taxonómica, grado de endemismo y preferencias del público . La idea de ese sistema fue balancear el riesgo de extinción, como una expresión de la urgencia de la situación de la especie, con variables que reflejaran su valor desde el punto de vista evolutivo (unicidad taxonómica), la relevancia de Venezuela para su conservación (endemismo) y el interés subjetivo que podría tener la sociedad a la hora de apoyar la conservación de una especie sobre otra (preferencia del público) .
De manera análoga, la propuesta para ecosistemas consta de cuatro variables: el grado de amenaza que enfrentan los ecosistemas, las medidas de conservación previas a las que han estado sujetos estos ecosistemas, las características distintivas de su diversidad biológica, y sus aportes a la sociedad en función de los servicios ecosistémicos que proveen. Con el fin de generar un puntaje de prioridad combinado, calculado mediante la multiplicación del valor de cada atributo, para las cuatro variables se asignan valores de entre 1 y 3 a cada ecosistema, siendo 3 el de mayor relevancia. Por lo tanto, el índice de prioridad abarca un intervalo que va entre 1 y 81, siendo el valor más alto el que presenta mayor prioridad de conservación, como sería el caso de un ecosistema altamente amenazado, que no está protegido, cuya biota no existe en ninguna otra parte del mundo y que ofrece servicios ecosistémicos muy importantes para la sociedad.

Auyan-tepui, estado Bolívar. Rebecca Miller

Riesgo de eliminación

Esta variable es una medida objetiva, científicamente estimada, de la probabilidad de eliminación de un ecosistema empleando las categorías y criterios aplicados en este libro . Los ecosistemas clasificados en la categoría En Peligro Crítico (CR), reciben tres (3) puntos (la mayor calificación). A aquellos clasificados En Peligro (EN) se les asigna dos (2) puntos, y los considerados Vulnerable (VU) tienen un valor de uno (1). Sólo se toman en cuenta los ecosistemas considerados amenazados de eliminación (CR, EN y VU). Aquellos que se determinen como Eliminados (EL) o en otra categoría distinta a las mencionadas no son incluidos en la priorización.

Proporción de ecosistema protegido

Esta variable intenta resumir los esfuerzos previos de conservación de un ecosistema según la proporción de su superficie que se encuentra en áreas protegidas estrictas, como parques nacionales y monumentos naturales o refugios y santuarios de fauna. La idea es que mientras mayor sea la proporción que se encuentra adecuadamente protegida, menor será su grado de prioridad. Hay que tener en cuenta que un área protegida aunque haya sido designada, no garantiza que sus especies y ecosistemas estén bien resguardados, no obstante, existe evidencia que indica que el estatus de los ecosistemas tiende a ser mejor dentro de áreas protegidas que fuera de éstas .
Para aplicar esta variable es importante responder la pregunta clave, ¿cuál es el nivel de protección adecuado de un ecosistema? Se propone la utilización de los criterios establecidos para evaluar la representación adecuada de especies en áreas protegidas, pero adaptados a ecosistemas . La idea central es que mientras un ecosistema esté mejor representado en el sistema de áreas protegidas, menor será su prioridad. Pero el grado de protección está relacionado tanto con la superficie protegida como con el tamaño absoluto del ecosistema. Si un ecosistema es muy pequeño, la única forma de garantizar que está adecuadamente resguardado es protegerlo en su totalidad. Si en contraste, un ecosistema es muy extenso es posible que pueda ser adecuadamente protegido mediante la conservación de una proporción significativa de su superficie. Entonces, el primer paso es calcular la superficie ocupada por los ecosistemas de interés en el área de estudio, aplicando los siguientes criterios (Figura 1 ):
a) Si su superficie es menor a 1.000 km2, para contar con un nivel adecuado de protección debe estar 100% protegido.
b) Si su superficie es mayor a 250.000 km2, un nivel adecuado de protección se logra si al menos 10% de su distribución se encuentra dentro de una figura de protección, lo cual corresponde al menos a 25.000 km2 protegidos.
c) La meta de protección para ecosistemas con distribuciones mayores a 1.000 km2 y menores a 250.000 km2 se calculará por la interpolación entre estos dos extremos.
La aplicación de estos criterios, expresada por la línea azul (Figura 1 ), permite definir si un ecosistema está bien representado en las áreas protegidas, sin embargo, ¿cómo definir su nivel de prioridad relativa? La propuesta es trazar una segunda línea (representada en color rojo) (Figura 1 ) que define 50% del valor de referencia determinado por la línea azul. Los ecosistemas de menor prioridad son aquellos cuya combinación del área que ocupan con su proporción protegida los coloca por encima de la línea azul, y recibirían un valor de un (1) punto. Estos serían ecosistemas relativamente grandes y adecuadamente protegidos. Los ecosistemas de mayor prioridad serían aquellos ubicados por debajo de la línea roja, y les correspondería un valor de tres (3) puntos. Es decir, estos son ecosistemas significativamente por debajo de la meta de representación definida por la línea azul. Finalmente, los ecosistemas en condición intermedia entre los dos extremos, recibirían un valor de dos (2) puntos.

Figura 1. Relación entre la prioridad relativa de los ecosistemas, según el área que ocupan, su proporción protegida y las metas de representatividad propuestas. Figura tomada y modificada de Rodrigues *et al.* (2004a).

Singularidad del ecosistema

El grado de endemismo de la biota de un ecosistema, o la proporción de sus organismos que no se encuentra en alguna otra parte del mundo, constituye un aspecto cualitativo importante de su diversidad biológica. El endemismo puede ser expresado en diferentes niveles, como especies, géneros, familias u órdenes, con respecto a una región determinada. El endemismo también puede ser expresado en función de formas de vida particulares, como los desiertos de Namibia o de México, donde las suculentas y otras plantas inusuales son predominantes .
A este respecto, se propone cuantificar el grado de singularidad de un ecosistema en función de la proporción de sus especies endémicas. La lógica es que mientras mayor sea la singularidad de un ecosistema mayor sería su prioridad, ya que también sería mayor la probabilidad de que la conservación de las especies que contiene y las interacciones entre éstas y su ambiente físico, sólo sean posibles en este ecosistema y no en otro. Una de las fórmulas más utilizadas para cuantificar el grado de endemismo es la siguiente:


En esta fórmula, Ie es el índice de riqueza de cada región ecológica (e); n es el número total de especies en la región ecológica (e); Gi(e) es el número de especies en el grupo i por ecorregión; y Gi(t) es el número total de especies del grupo i . Esta fórmula puede ser aplicada a la información obtenida sobre uno o más grupos taxonómicos, cuyo grado de endemismo sea conocido en los ecosistemas presentes en el área de estudio.
La presente utilización del criterio de endemismo sigue la doctrina de la responsabilidad final postulada por McNeeley y otros autores (1990) y adoptada por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), según la cual cualquier nación que posea especies o ecosistemas únicos tiene la responsabilidad final de garantizar su supervivencia . Empleando valores de referencia obtenidos de la literatura científica, a los ecosistemas con índice de endemismo mayor a 2% se asigna el valor de tres (3) puntos, de acuerdo con la propuesta de Mittermeier y colaboradores (1997) para países megadiversos; mientras que a aquellos que presenten valores entre 1% y 2% les corresponde el valor de dos (2) puntos, en función de los valores usados para determinar un hotspot de biodiversidad . Finalmente, para los ecosistemas cuyo índice sea menor que 1%, el valor empleado es un (1) punto.

Atractivo para el público

La biodiversidad contribuye al bienestar humano mediante la generación de una amplia variedad de servicios ecosistémicos . Valorar los ecosistemas en función de su aporte relativo de servicios ecosistémicos, permite jerarquizarlos según el atractivo que puedan despertar en el público.
Existen varias clases de servicios ecosistémicos. Los servicios de provisionamiento están relacionados con productos directos del ecosistema, como alimentos, agua, combustible, fibras y recursos genéticos. Los servicios de regulación son aquellos que benefician a los humanos por la regulación de los procesos ecosistémicos como el clima, la erosión y la purificación del agua. Los servicios culturales no ofrecen beneficios materiales para la humanidad pero son reflejados en oportunidades para la recreación y el ecoturismo, atributos de carácter estético que sirven de inspiración y para la educación, o son el reflejo de herencias culturales u otras creencias .
Se propone un procedimiento que tiene dos pasos. En el primero, se elabora una matriz de los ecosistemas de interés y de las grandes categorías de servicios ecosistémicos (Tabla 1). En cada ecosistema se asigna el número tres (3) a los servicios aportados por éste, que no son provistos en mayor grado por ningún otro. Se asigna dos (2) a los servicios que aporta, pero en menor grado que los anteriores. Finalmente se asigna uno (1) a los servicios cuya contribución se considere poco significativa. En un segundo paso, se contabiliza cuántos servicios ecosistémicos reciben la máxima puntuación. Si presenta 3 veces el número 3 (es decir que los 3 tipos de servicios son de gran importancia) se le otorgará el valor de tres (3) puntos. Si sólo tiene 2 veces el número 3, entonces se le asignará dos (2) puntos, y si finalmente se considera que únicamente uno de los servicios es excepcionalmente importante para la sociedad, se le dará un (1) punto. Es importante destacar que la asignación de estos valores es subjetiva y dependerá de quienes realicen la ponderación. El propósito es reflejar la visión de los beneficiarios de los ecosistemas sobre su conservación, por lo que necesariamente debe ser una variable capaz de adaptarse y responder a las diferentes expectativas de sociedades o grupos sociales.
Tabla 1. Cálculo de la ponderación de los servicios que brindan ecosistemas de diferentes tipos (ejemplo).
Ecosistema Servicios de provisionamiento Servicios de regulación Servicios culturales Valor relativo
Bosques Siempreverdes 3 3 3 3
Bosques Semideciduos 3 3 3 3
Bosques Deciduos 3 3 3 3
Cardonales y Espinare 2 3 1 1
Arbustales y Matorrales 1 3 1 1
Vegetación Litoral 1 3 3 2

Arbustales espinosos, estado Lara. Rebecca Miller

Una vez finalizada la evaluación, al multiplicar los valores de los cuatro criterios, se calcula el índice de prioridad de cada ecosistema. Este cálculo puede llevarse a cabo en cualquier escala espacial, como nacional, estadal o municipal. La información recopilada durante el cálculo del índice, más los valores del índice calculado serían un insumo clave para informar y apoyar propuestas concretas de conservación de los ecosistemas de la región de interés.
Con el propósito de ilustrar la aplicación de este modelo, se aprovechó la evaluación realizada en los bosques de la cordillera de la Costa Central, uno de los casos de estudio presentados en este libro . Los resultados de ese análisis indican que los bosques siempreverdes de la región no están amenazados, mientras que los semideciduos calificarían Vulnerable (VU) y los deciduos En Peligro Crítico (CR). Por lo tanto, según la variable de riesgo de eliminación, los bosques semideciduos tienen un valor de un (1) punto y a los deciduos les corresponde tres (3) puntos.
En 2001, la fecha más reciente que se tiene de datos cuantitativos, el área ocupada por los bosques semideciduos y deciduos era aproximadamente entre 1.040 y 1.560 km2 respectivamente. Sólo estaban protegidos 41% de los bosques semideciduos y 6% de los bosques deciduos. Aplicando la Figura 1, de acuerdo con la proporción de ecosistema protegido, ambos tienen un valor de tres (3) puntos. Los bosques semideciduos están muy cerca de la línea roja, pero por debajo de ella, por lo que un aumento relativamente pequeño en su grado de protección podría resultar en la disminución del valor de esta variable. Los bosques deciduos sí están muy por debajo de la línea roja.
En cuanto a la evaluación de la singularidad de los bosques de la cordillera de la Costa Central, se examinaron los patrones de diversidad de plantas en las diferentes regiones de Venezuela (Llamozas et al. 2003). Aunque en el momento de la evaluación no se contó con información específica sobre el endemismo en los diferentes tipos de bosque, los mayores niveles de endemismo de plantas se encuentran en Guayana (14% de la flora de Venezuela), seguidos por los Andes (3%), la cordillera de la Costa (2%) y los Llanos (<1%). En consecuencia, tanto a los bosques semideciduos como a los deciduos se les asignó un valor de dos (2) puntos, tomando como referencia el contexto nacional.
En cuanto a los servicios ecosistémicos, tanto los bosques semideciduos como los deciduos son de alta importancia y por lo tanto les corresponde un valor de tres (3) puntos (Tabla 1).
Al combinar los valores de las cuatro variables descritas en el índice de prioridad (Tabla 2), se tiene que la prioridad de los bosques deciduos es mayor que la de los bosques semideciduos por efecto de las diferencias de riesgo de eliminación entre los dos ecosistemas. En virtud de que los dos tipos de bosque son equivalentes en cuanto a la proporción protegida, singularidad y atractivo público, estas variables tienen el mismo valor en ambos casos. Sin embargo esto no siempre es así y podría ocurrir que mayores niveles de riesgo no correspondan con la máxima prioridad .
Tabla 2. Cálculo del índice de prioridad de conservación de los bosques semideciduos y deciduos de la cordillera de la Costa Central.
Ecosistema Riesgo de eliminación Proporción protegida Singularidad Atractivo público Índice
Bosques Siempreverdes 1 3 2 3 18
Bosques Semideciduos 3 3 2 3 54
Por último, es importante insistir una vez más en que el modelo presentado no pretende ser la única respuesta posible para el establecimiento de prioridades de conservación de ecosistemas. Se trata de una guía sencilla para la toma de decisiones en conservación, y los criterios ofrecidos son recomendaciones, quedando de parte de los tomadores de decisión la libertad de evaluar si son apropiados o si es necesario incluir otros. En cualquier caso, lo importante será establecer prioridades con base en un método sistemático lo más objetivo y replicable posible, y las decisiones finales deberán ser tomadas dependiendo del contexto y de las opiniones de los expertos.

Bibliografía