Estudios de caso
Estado de amenaza de los ecosistemas terrestres de la isla de Margarita, estado Nueva Esparta

Irene Zager, Fabián Carrasquel

Paisaje vegetal: Insular costera (A1)

Localidad:
Isla de Margarita
Estados:
Nueva Esparta
Área aprox.:
934 km2
Formación VegetalCategoríaCriterio
Bosques siempreverdes
 
A2
Bosques semideciduos, arbustales y cardonales
 
A2
Bosques de manglar
 
C1a

Contexto

La isla de Margarita está ubicada a 38 km al norte de la costa venezolana frente a la península de Araya, y conforma junto con las islas de Coche y Cubagua el estado Nueva Esparta (Figura 1 ). Con una extensión aproximada de 934 km2, Margarita es la de mayor tamaño entre las 314 islas, cayos e islotes que conforman la biorregión Insular de Venezuela. La isla de Margarita está constituida por dos secciones conectadas por La Restinga, un estrecho banco arenoso de baja elevación: la sección occidental, correspondiente a la península de Macanao, y la sección oriental, donde se localiza la capital del estado y el resto de los principales centros urbanos .

Figura 1: Localización del área de estudio (isla de Margarita).

En la isla se encuentra una gran variedad de ecosistemas, que incluye manglares, cardonales, espinares, bosques deciduos, e incluso bosques nublados, estos últimos ubicados en cerro El Copey, la montaña más alta (930 m de altitud) ubicada en la sección oriental. El clima característico es de tipo árido o semiárido, y presenta un régimen estacional de lluvias que consta de cuatro ciclos: dos períodos lluviosos que alternan con dos períodos secos, durante los cuales la península de Macanao permanece marcadamente más seca que la sección oriental .
La fauna de la isla también es muy variada, e incluye más de 150 especies de aves, entre ellas varias subespecies endémicas como la macagua (Crypturellus erythropus margaritae), el ñángaro (Aratinga acuticaudata neoxena), el perico cara sucia (Aratinga pertinax margaritensis), el gonzalito (Icterus nigrogularis helioeides), la lechuza enana (Glaucidium brasilianum margaritae) y el güitío gargantiblanco (Synallaxis albescens nesiotes). La avifauna local incluye adicionalmente más de 20 aves acuáticas migratorias reportadas en los humedales de la isla. De 31 especies de mamíferos registradas, cuatro son subespecies endémicas: la ardilla de Margarita (Sciurus granatensis nesaeus), el conejo de Margarita (Sylvilagus floridanus margaritae), el venado de Margarita (Odocoileus virginianus margaritae) y el mono de Margarita (Cebus apella margaritae). Este último es considerado el primate más amenazado de Venezuela, y reportado actualmente En Peligro Crítico (CR) de extinción. En total, al menos 17 de las especies animales reportadas para la isla se encuentran amenazadas, esto incluye a la cotorra margariteña (Amazona barbadensis), el ave regional del estado Nueva Esparta, considerada En Peligro (EN) de extinción .
En un intento por proteger la riqueza biológica y ecológica de la isla de Margarita, durante las últimas décadas el Estado venezolano decretó la creación de dos parques nacionales: Cerro Copey y Laguna de La Restinga, así como tres monumentos naturales: Laguna de Las Marites, Cerros Matasiete y Guayamurí, y Tetas de María Guevara. Cabe destacar que las tres primeras áreas protegidas mencionadas están incluidas en la lista de Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (IBAS), lo cual resalta su importancia para la conservación de la biodiversidad, no sólo a nivel local sino también regional .
Entre las principales amenazas que estarían incidiendo en la disminución de la biodiversidad de la isla de Margarita, se señala el rápido proceso de urbanización y la deforestación de los ecosistemas boscosos. Estos procesos están directamente asociados al cambio drástico en la actividad económica que tuvo la isla después de las declaratorias de Zona Franca (1971) y de Puerto Libre (1974). Margarita pasó de una economía rural, agrícola y pesquera, a una economía basada en el comercio, el turismo y la industria, actividades que a su vez intensificaron el crecimiento de la construcción y el transporte . A esto se suma la explosión demográfica que ha tenido lugar en la isla en el transcurso de las últimas décadas, cuando registró un importante incremento: de 191.442 habitantes en 1981, a aproximadamente 374.000 en el año 2001 . En conjunto, los recientes cambios económicos y poblacionales han dado lugar a una mayor presión antrópica sobre las áreas naturales, principalmente como consecuencia de los desarrollos urbanos y turísticos en el sector oriental de la isla. Considerando esta situación, se propuso el desarrollo de un estudio dirigido a evaluar el grado de cambio en la cobertura de los ecosistemas terrestres presentes en la isla.

Métodos

El análisis de los cambios de cobertura ocurridos recientemente en la isla de Margarita, incluyó el procesamiento y la comparación de dos imágenes satelitales, una imagen Landsat TM del 31 de marzo de 1986 y una imagen Landsat ETM+ del 1 de junio de 1999. Para el procesamiento digital y el análisis de estas imágenes satelitales se utilizaron los programas ArcView 3.2, Idrisi Kilimanjaro y Fragstats.
El primer paso para el procesamiento de las imágenes seleccionadas consistió en la corrección radiométrica y atmosférica de sus bandas utilizando el programa Idrisi Kilimanjaro, con el fin de calibrar las discrepancias derivadas del uso de sensores diferentes y de los efectos atmosféricos . Previo al análisis y mediante la creación de una máscara, fueron eliminadas todas las zonas ocupadas por nubes, sombras y cuerpos de agua.
A continuación se procedió a identificar los principales tipos de cobertura presentes en el área de estudio y sus respectivas firmas espectrales. Para ello, se realizó una salida de campo con el fin de obtener puntos de referencia para cada una de las coberturas terrestres, utilizando un posicionador satelital (GPS). Con el fin de definir áreas de entrenamiento, los puntos de referencia fueron superpuestos sobre la composición en falso color de las imágenes satelitales, y así se obtuvo una clasificación supervisada de las imágenes utilizando el algoritmo de clasificación de Distancia Mínima a la Media MINDIST .
Debido a que la imagen de 1986 fue obtenida durante la época de sequía, y la imagen de 1999 durante un período más húmedo, en ambas se observó una diferencia estacional en la respuesta de la vegetación. Al momento de llevar a cabo las clasificaciones supervisadas, esta diferencia dificultó el contraste de ciertos tipos de cobertura, particularmente de los ecosistemas áridos y semiáridos. En consecuencia, en la elaboración de los mapas de cobertura de la isla sólo se identificaron seis clases de cobertura terrestre. Tres de ellas corresponden a ecosistemas naturales o coberturas vegetales: 1) bosques siempreverdes, 2) bosques deciduos, arbustales y cardonales, y 3) bosques de manglar, un tipo de bosque siempreverde según los últimos enfoques . Las otras tres coberturas representan coberturas no vegetales: 4) áreas intervenidas, dunas y suelos expuestos, 5) áreas urbanas, y 6) áreas anegadizas.
La superposición de los mapas de cobertura obtenidos para 1986 y 1999, se realizó a fin de detectar polígonos o coberturas falsas siguiendo el método de procesamiento en pares, mediante el módulo CROSSTAB del programa Idrisi Kilimanjaro . Se consideraron “polígonos falsos” aquellos que representaban transiciones improbables (e.g. en 1986 clasificados como “áreas urbanas” y en 1999 como “bosques deciduos”). La identificación de estas inconsistencias se realizó por medio del modulo CROSSTAB de Idrisi Kilimanjaro, para ser revisadas en conjunto con los ortofotomapas y corregidas en los mapas de cobertura correspondientes.
Una vez completados los dos mapas de cobertura, para extraer la cobertura original (1986) y la cobertura reciente (1999) se aplicaron filtros de cada una de las unidades de vegetación presentes: 1) bosques siempreverdes, 2) bosques deciduos, arbustales y cardonales, y 3) manglares. Con el fin de aplicar los criterios cuantitativos de riesgo de eliminación de ecosistemas, propuestos por Rodríguez y colaboradores (2011) , se calculó la proporción original y remanente de cada una de las unidades, y se proyectó su conversión hacia el futuro considerando una ventana de 50 años. Los cambios de cobertura observados y proyectados para cada unidad de vegetación se contrastaron con los umbrales establecidos para los criterios A y C, y se les asignó como categoría final la que correspondiera al mayor riesgo relativo, de conformidad con el principio de precaución . Es preciso señalar que la asignación de las categorías de riesgo de eliminación se basó únicamente en la información de los cambios de cobertura debido a que no se contó con datos cuantitativos sobre la pérdida de función ecológica.

Resultados

La mayor pérdida absoluta en cobertura se observó en los bosques deciduos, arbustales y cardonales, reducidos en 98 km2 (18,74%) a una tasa promedio de conversión de 781 ha/año. En segundo lugar están los bosques siempreverdes, que disminuyeron en 12 km2 (21,36%) a una tasa promedio de 90 ha/año. Por su parte, los bosques de manglar presentaron el menor cambio de cobertura, al perder 0,28 km2 (1,37%), lo que corresponde a una tasa promedio de conversión de 2 ha/año. Cabe destacar que durante el período de estudio las áreas intervenidas, dunas y suelos expuestos, aumentaron 68 km2 (54,01%), mientras que las áreas urbanas experimentaron un incremento de 28 km2 (64,12%), lo cual evidencia la fuerte presión antrópica sobre las áreas naturales de la isla.
La proyección futura a 50 años de cambio de cobertura predice que el total (100%) de las áreas de bosques siempreverdes y bosques deciduos, arbustales y cardonales remanentes en 1999, serán reemplazados por otro tipo de cobertura, de mantenerse la tasa de cambio actual. En cambio, durante un período similar se predice una disminución de sólo 5% de los bosques de manglar, aunque en 1999 el área total ocupada por este ecosistema era de apenas 20 km2, dividida en fragmentos con menos de 10 km2, y distribuidos dentro de tres de las áreas protegidas de la isla, lo cual aumenta su vulnerabilidad.
Con base en esta información, la aplicación de los criterios cuantitativos de riesgo de eliminación resultó en las siguientes estimaciones: para los bosques siempreverdes LC A1, CR A2, CR A3; para los bosques deciduos, arbustales y cardonales LC A1, CR A2, EN A3; mientras que para los bosques de manglar las categorías identificadas según los diferentes criterios resultó LC A1, LC A3, y, EN C1a.
La tabla 1 resume la información de la extensión ocupada por cada una de las unidades de vegetación identificadas en 1986 y 1999, así como los cambios de cobertura ocurridos durante los 13 años que cubre el estudio (Figura 2 ).
Tabla 1. Cambios de las coberturas boscosas de la isla de Margarita entre 1986 y 1999.
Unidad de vegetación 1986 (km2) 1999 (km2) % de cambio
Bosques siempreverdes 56,75 44,63 -21,36
Bosques deciduos, arbustales y cardonales 524,83 426,49 -18,74

Figura 2: Cambio de cobertura de los ecosistemas terrestres de la isla de Margarita (1986)


Figura 2: Cambio de cobertura de los ecosistemas terrestres de la isla de Margarita (1999)

Conclusiones

El análisis de cambio de cobertura y la aplicación de las categorías y criterios cuantitativos de riesgo de eliminación, evidencian que los ecosistemas naturales de la isla de Margarita están muy amenazados y sujetos a una fuerte presión antrópica, lo cual causa preocupación y alerta. Aunque esta presión existe a lo largo de toda la isla, sin duda ésta es mayor en la sección oriental, donde se concentran los principales desarrollos turísticos y centros poblados, incluyendo las ciudades de Porlamar y de Pampatar. Según reportes de Hoyos (1985), a principios de los años 80 estas ciudades presentaban un desarrollo urbano “arrollador y anárquico”, y ocuparon grandes zonas que fueron limpiadas de vegetación con fines urbanísticos. En los últimos años el proceso de expansión urbanístico en esta sección de la isla se ha acelerado para dar respuesta a la creciente demanda de turistas y de inmigrantes que llegan desde tierra firme.
En la península de Macanao el crecimiento urbanístico ha sido mucho más lento y menos extenso, dada su reducida densidad de habitantes en comparación con la sección oriental. Sin embargo, desde 1976 en esta zona se han desarrollado actividades de explotación de arena en minas a cielo abierto, que han afectado severamente los ecosistemas de bosques asociados a las quebradas . Estas actividades extractivas guardan relación directa con el incremento de la demanda de materia prima para la industria de la construcción, sobre todo desde finales de la década de los ochenta y principios de 1990, y hasta el presente se han ejecutado sin respetar los procedimientos establecidos en la normativa ambiental vigente .
Como indican los resultados de este análisis, las áreas protegidas de la isla no son suficientes para asegurar la persistencia de sus ecosistemas naturales . Durante el período de estudio, el análisis individual de estas áreas muestra que todas experimentaron reducción de cobertura en los ecosistemas boscosos. En el caso de los bosques de manglar esta pérdida fue menos acelerada, aunque son muy vulnerables dada su reducida extensión geográfica. Adicionalmente, recientes estudios de campo indican importantes cambios en la composición de especies de este ecosistema dentro del PN Laguna de La Restinga, donde se detecta el reemplazo de parches de mangle rojo (Rhizophora mangle) por mangle negro (Avicennia germinans) .
De igual preocupación es la vulnerabilidad de los ecosistemas de las áreas protegidas del sector oriental de la isla, como resultado de las presiones de los grandes centros urbanos. Se ha reportado que los ecosistemas del PN Cerro Copey están amenazados por el crecimiento poblacional, la extensión de las áreas agrícolas, los incendios forestales y la introducción de especies exóticas. Las propuestas para su ampliación hacia las montañas del norte no ha tenido el respaldo gubernamental necesario .
La degradación y pérdida de los ecosistemas naturales de la isla de Margarita afectaron negativamente a las especies asociadas. Ejemplo de esto es el caso del perico cara sucia (Aratinga pertinax margaritensis), cuya distribución originalmente incluía ambas secciones de la isla y era considerado como una especie abundante. En la actualidad está restringido a la península de Macanao y al PN Laguna de La Restinga, y sus poblaciones se han reducido considerablemente .
Es indudable que la conservación de los ecosistemas y de la biodiversidad de la isla de Margarita requiere mayor atención por parte de las autoridades y entes reguladores del desarrollo urbanístico y turístico, así como de los encargados de la vigilancia y control del ambiente. Es preciso que la expansión urbana y el desarrollo de las actividades turísticas se efectúen de forma racional y en consideración del impacto que ocasionan sobre el ambiente (Foto 1 ).
Finalmente, en virtud de que el presente estudio se basó en el análisis de imágenes de 1986 y 1999, sería recomendable complementar estos resultados con análisis de datos satelitales más recientes, con el fin de comprobar las tasas de cambio de cobertura de los diferentes ecosistemas durante la última década.

Foto 1: Cerro El Copey, isla de Margarita, estado Nueva Esparta. Archivo Provita

Bibliografía