Estudios de caso
Estado de conservación de los ecosistemas del ramal oriental de la cordillera de los Andes venezolanos

María Idalí Tachack-García, Fabián Carrasquel

Paisaje vegetal: Cordillera de los Andes (D2)

Localidad:
Ramal oriental cordillera de los Andes venezolanos
Estados:
Táchira, Mérida*, Trujillo*, Lara, Portuguesa*, Barinas
Área aprox.:
28,604 km2
Formación Vegetal*CategoríaCriterio
Bosques nublados
 
--
Bosques siempreverdes
 
A2
Bosques semideciduos
 
A2
Bosques ribereños
 
A2
Páramos
 
--

Contexto

Venezuela forma parte de los andes tropicales, considerados la región de mayor diversidad biológica del planeta. Aunque sólo abarcan alrededor de 1% de la superficie de los ambientes continentales de la Tierra, incluyen más de 100 tipos de ecosistemas, 45.000 plantas vasculares (44% endémicas), 3.400 especies de vertebrados (46% endémicos), y algunas de las principales áreas de importancia para la conservación de las aves .Habitados por poblaciones humanas desde hace más de 8.000 años, los ecosistemas de esta región han sido seriamente transformados e impactados por actividades agrícolas, pecuarias, industriales y urbanas. Ciertas estimaciones sugieren que aproximadamente 25% de su cobertura vegetal primaria aún permanece intacta .
La cordillera oriental de Colombia se bifurca en los Andes venezolanos, lo cual da lugar a dos grandes subregiones: la primera forma la sierra de Perijá (estado Zulia), mientras que la segunda llega hasta el macizo de Tamá, desaparece en la depresión de Táchira y vuelve a emerger como la cordillera de Mérida (ramal oriental de los Andes venezolanos). Allí se encuentran las formaciones montañosas de mayor altitud en Venezuela, y diferentes tipos de bosques a lo largo de los distintos pisos altitudinales, incluyendo bosques ombrófilos basimontanos semicaducifolios, bosques ombrófilos submontanos y montanos siempreverdes, y bosques nublados entre 2.800 a 3.000 m de altitud. De la misma forma, se observa vegetación arbustiva y herbácea paramera entre 3.000 a 4.500 m de altitud, y hasta 4.700 m . Esta región se caracteriza por temperaturas que oscilan desde 27°C en las selvas tropicales hasta -5°C en las cumbres más altas. Se reconocen suelos crudos rocosos, suelos flojos mineralizados, suelos sedimentarios y suelos selváticos .
En esta región se desarrollan importantes actividades económicas, entre las que predomina la agricultura principalmente asociada a cultivos de fresa, mora, papa, cebolla, ajo, coliflor, plátano, cambur y café. Adicionalmente, existe una industria local de ganadería de leche y de carne. La actividad piscícola ha tenido gran auge en los últimos años, junto con las empresas madereras. La zona presenta también un gran atractivo como destino turístico principalmente por su riqueza paisajística . Estas riquezas naturales, inmensas pero de gran fragilidad, se encuentran amenazadas y bajo intensa presión humana, principalmente por la deforestación asociada a prácticas agrícolas y ganaderas, y por la cacería y extracción ilegal de especies. De hecho, algunas de sus especies más emblemáticas, como el cóndor (Vultur gryphus) y el oso frontino (Tremarctos ornatus) se encuentran amenazadas de extinción .

Métodos

El presente análisis se realizó a dos escalas espaciales y temporales diferentes. En una primera aproximación, se examinaron los cambios históricos de vegetación en el ramal oriental de la cordillera de los Andes venezolanos. Utilizando el Mapa de Ecosistemas de los Andes del Norte y Centro elaborado por Josse y colaboradores, se extrajo el subconjunto de datos referidos a Venezuela para cuantificar la pérdida total de vegetación no intervenida . El análisis se restringió a los municipios donde al menos 50% de la superficie estuviese incluida en el mapa citado. Los 57 municipios seleccionados ocuparon 28.604 km2 ubicados en los estados Barinas (1), Lara (3), Mérida (19), Portuguesa (3), Táchira (22) y Trujillo (9). Esta primera aproximación histórica se fundamenta en que los cambios de cobertura de vegetación observados corresponden a una escala temporal de cientos de años, lo que permitiría la aplicación del criterio B1 del sistema de clasificación para estimar el riesgo de eliminación de ecosistemas .
En una segunda aproximación se emplearon imágenes de satélite para examinar los cambios de cobertura recientes de la vegetación en una ventana restringida a la cordillera de Mérida, que representa 41% del estado Trujillo, 24% de Mérida y 15% de Barinas (Figura 1 ). Si bien el estado Barinas corresponde estrictamente a la región los Llanos, este segmento se incorpora al análisis debido a su localización en las imágenes de satélite empleadas y en virtud del valor que representan los ecosistemas del piedemonte barinés. Este segundo análisis evaluó una región de aproximadamente 12.864 km2.
Las imágenes satelitales Landsat para la cordillera de los Andes fueron obtenidas del servicio Earth Science Data Interface (ESDI) perteneciente al proyecto Global Land Cover Facility (GLCF) de la Universidad de Maryland. Para la selección de imágenes se empleó tres criterios: 1) cobertura de nubes baja o nula, 2) un mínimo de dos imágenes con al menos diez años de separación entre sí, y 3) imágenes tomadas en fechas similares. Sólo dos imágenes cumplieron con estos requisitos: una Landsat TM del 20 de enero de 1988 y otra Landsat ETM+ del 31 de enero de 2001 .

Figura 1: Ubicación de la cordillera de Mérida y el área de estudio.

Tomando como referencia las unidades fisionómicas identificadas por Huber y Alarcón (1988), se realizó una clasificación supervisada de las imágenes que permitió distinguir diez tipos de coberturas diferentes: 1) páramos, 2) bosques nublados (bosques ombrófilos montanos siempreverdes), 3) bosques ribereños (bosques ribereños semideciduos), 4) bosques siempreverdes (bosques ombrófilos basimontanos/submontanos, subsiempreverdes, ombrófilos submontanos/montanos, siempreverdes), 5) bosques semideciduos (bosques ombrófilos basimontanos semideciduos estacionales), 6) áreas anegadizas, 7) áreas intervenidas (que incluyen las zonas de actividad agrícola, plantaciones forestales y pastizales), 8) áreas urbanas, 9) suelos expuestos, y 10) nieve.
Con el fin de validar las coberturas vegetales identificadas, los resultados fueron comparados con otros mapas de vegetación disponibles para la región . Estos mapas son compatibles a grandes rasgos y las diferencias se deben a detalles en las denominaciones, como por ejemplo, la unidad clasificada como “páramos”, es dividida por Ataroff y Sarmiento (2003) en páramo andino o altiandino, dependiendo de su altitud, mientras que Josse y colaboradores (2009b) proponen una clasificación aun más detallada.
Una vez clasificadas las dos imágenes satelitales (Figura 2 ), se utilizó la información de los cambios detectados en 13 años (1986-2001), para proyectar la cobertura que tendrían los ecosistemas en 2036 y así abarcar los 50 años requeridos para aplicar el criterio A3 .

Figura 2: Cambios de la cobertura de los ecosistemas terrestres de la cordillera de Mérida (Barinas, Mérida, Trujillo) en 1986-2001.

Resultados

En el ramal oriental de la cordillera de los Andes venezolanos, la vegetación no intervenida ha sido eliminada en 5% de los municipios estudiados, en 7% califica como En Peligro Crítico (CR), en 32% está En Peligro (EN), en 25% Vulnerable (VU), en10% Casi Amenazada (NT) y en 21% puede ser considerada como Preocupación Menor (LC) [Tabla 1]. Los mejor representados en la muestra son los estados Mérida, Táchira y Trujillo. En el estado Mérida la vegetación no intervenida se encuentra en buen estado relativamente, ya que de sus 19 municipios 11 califican como LC, 5 están amenazados (CR, EN o VU), y en 1 la vegetación ha sido eliminada (E). En contraste, la vegetación de Táchira ha sido altamente modificada: en 2 municipios ya fue eliminada (E), en 18 está amenazada y en 2 califica como NT. La situación de los municipios de Trujillo es intermedia, con una predominancia de vegetación en situación Vulnerable (VU). Es concluyente que la vegetación de la porción central de la cordillera de Mérida está mejor conservada que los extremos de ésta (Figura 3 ).
La tabla 2 resume la información de la extensión ocupada por cada uno de los tipos de cobertura en 1988 y 2001, así como los cambios ocurridos durante los 13 años cubiertos por el estudio. Estos datos sirvieron de base para obtener unidades métricas, necesarias en la aplicación del sistema de categorías de riesgo de eliminación de ecosistemas.

Tabla 1. Clasificación del riesgo de eliminación de las formaciones vegetales en 57 municipios de la cordillera de Mérida.
Categoría
Estado
Total
Barinas -- -- -- -- 1 -- 1
Lara -- -- 1 1 1 3
Mérida 1 -- 2 3 3 11 19
Portuguesa -- 2 1 -- -- -- 3
Táchira 2 1 13 4 2 -- 22
Trujillo -- 1 1 6 1 9
Total 3 4 18 14 6 12 57

Tabla 2. Cambio en las diferentes coberturas terrestres de la cordillera de Mérida (Barinas, Mérida, Trujillo) observado (1988-2001) y proyectado (1988-2038).
Cambio de cobertura (%)
Cobertura 1988 (km2) 2001 (km2) Observado Proyectado Categoría
Páramos 1.975,47 1.866,29 -5,53 -16,65
Bosques nublados 1.201,02 1.182,16 -1,57 -4,54
Bosques ribereños 189,93 143,35 -24,51 -92,48
Bosques siempreverdes 302,74 146,18 -51,71 -100
Bosques semideciduos 439,81 290,06 -34,04 -100
Áreas anegadizas 113,93 152,23 33,61 129 -
Áreas intervenidas 4.888,24 5.057,02 3,45 13 -
Áreas urbanas 56,25 62,82 11,67 45 -
Suelos expuestos 84,66 142,23 68,00 261 -
Nieve 1,53 0,88 -42,48 -100
La mayor reducción de cobertura se observó en los bosques siempreverdes, semideciduos y ribereños, aunque su extensión es relativamente pequeña en el área de estudio (Tabla 2). La mayor amenaza corresponde a los bosques ubicados en el piedemonte barinés, probablemente por la expansión de las plantaciones forestales en la zona . Igualmente, entre 1988 y 2001 el área cubierta por nieve se redujo a casi la mitad. De continuar las tendencias observadas, se estima que los bosques siempreverdes, semideciduos y nieve desaparecerán, mientras que los bosques ribereños se reducirían a una pequeña proporción de su cobertura original. Por lo tanto, estos cuatro tipos de cobertura se consideran En Peligro Crítico (CR). En contraste, para el año 2038 se predice el crecimiento de las áreas anegadizas, suelos expuestos, y un crecimiento apreciable de las áreas urbanas. Actualmente las principales causas de amenaza de estos ecosistemas son la expansión de las actividades agrícolas, asociada al establecimiento de cultivos de papa y ajo, las actividades ganaderas de altura y los desarrollos turísticos .

Figura 3: Grado de amenaza de las formaciones vegetales en los municipios del ramal oriental de la cordillera de los Andes venezolanos. Las abreviaciones de las categorías son las mismas que en la Tabla 1. Las áreas en blanco son los municipios clasificados en las categorías Preocupación Menor (LC), Datos Insuficientes (DD) y No Evaluado (NE).

En el caso de los bosques nublados, la aplicación del sistema de categorías los coloca en la categoría Preocupación Menor (LC) en toda el área de estudio. Según los resultados de los análisis, los bosques nublados se encuentran aparentemente en buen estado, y esto se debe principalmente al efecto amortiguador que desempeñan las áreas protegidas en la cor dillera de Mérida, lo que sugiere que éstas cumplen efectivamente con su objetivo de creación (Foto 1 ).

Foto 1: Caja Seca y Torondoy, estado Mérida. Fernando Rojas-Runjaic

Conclusiones

En el ramal oriental de la cordillera de los Andes venezolanos la vegetación primaria ha sido prolongadamente transformada por siglos de ocupación humana. Esto se refleja en la mayoría de los municipios estudiados, donde 68% de los ecosistemas calificaron como amenazados (Tabla 1). El riesgo se concentra en los extremos noreste y suroeste de la región, con una zona relativamente bien conservada en el centro que coincide con varias áreas protegidas.
Actualmente la principal amenaza que enfrentan los ecosistemas andinos se asocia a las quemas recurrentes con fines agrícolas. A la conversión de áreas naturales (bosques semicaducifolios montanos, páramos, bosques secos montanos), que ya es grave por la gran fragilidad de los ecosistemas de altura, se suma el impacto del cambio climático global a largo plazo .

Bibliografía