Estudios de caso
Transformación de los ecosistemas terrestres anegables del tramo central del bajo Orinoco

Giuseppe Colonnello, María Idalí Tachack-García, Fabián Carrasquel

Paisaje vegetal: Los llanos (B23), (B27), Sistema de colinas y sierras bajas piemontanas del Escudo Guayanés (C21), (C22)

Localidad:
Tramo central del bajo Orinoco
Estados:
Anzoátegui, Bolívar, Guárico
Área aprox.:
6,500 km2
Formación VegetalRequenaMapireSoledad
Vegetación leñosa anegable
 A3
 
 
Herbazales anegables
 
 A3
 A3
Bosques ribereños
 A3
 
 A3
Arbustales
 A3
 A3
 
Sabanas arboladas
 A3
 A3
 
Sabanas abiertas
 
 
 A3

Contexto

En Venezuela los ecosistemas anegables han sido utilizados desde tiempos ancestrales como medio de transporte, producción y asentamiento. Son el hábitat de comunidades vegetales y animales, lugar de procesos procesos ecológicos de desove, cría y alimentación de especies de importancia pesquera. Por otra parte, algunas especies en peligro de extinción como el manatí (Trichechus manatus) utilizan estas áreas para su alimentación y refugio . La presión humana sobre los ecosistemas anegables ha propiciado la reducción de las poblaciones de fl ora y fauna asociadas, de allí la importancia de conocer su estatus actual y su proyección hacia el futuro.
La ribera norte del río Orinoco comprende una serie de comunidades vegetales establecidas sobre la formación Mesa, dominada por sabanas con una cobertura variable de árboles achaparrados, y surcada en dirección norte-sur por cauces pequeños y medianos. Las comunidades vegetales están representadas principalmente por morichales o ríos en los que se conserva una vegetación tropófila riparina. Hay épocas en que la Mesa está en contacto con la ribera, por lo que no se observa algún tipo de rebalse o área de anegamiento estacional, y el bosque veranero termina justo en la orilla. Sin embargo, cuando la Mesa se encuentra disectada puede formar un paisaje ondulado y quebrado, con bosques ribereños que dan paso a una planicie de desborde. Aquí se establece una vegetación anegable leñosa o herbácea, en un paisaje de espiras de meandro, en el que se distinguen lagunas y barras e islas arenosas a lo largo del cauce . En estas islas se establece una vegetación herbácea y leñosa, muchas veces cubierta por la creciente anual y frecuentemente cortada o quemada para la siembra de patilla (Citrullus lanatus), melón (Cucumis melo) y algodón (Gossypium hirsutum).
En la ribera sur del río no se encuentra la formación Mesa, pero las colinas que conforman las estribaciones del macizo Guayanés (pertenecientes al sistema de colinas y sierras bajas piemontanas del Escudo Guayanés) actúan de la misma forma que la formación antes mencionada, sin embargo, por las características de los suelos y la historia geológica, el paisaje es más accidentado y boscoso.

Métodos

La región de estudio se ubicó en el tramo central del bajo Orinoco, entre las poblaciones de Caicara del Orinoco y Ciudad Guayana, lo que incluye porciones de los estados Guárico, Bolívar y Anzoátegui (Figura 1 ). Se consideró una franja de 10 km a cada lado del eje longitudinal del curso principal del río, que se dividió en 5 sectores de acuerdo con la disponibilidad de las imágenes de satélite.
En la primera fase del análisis, se recopiló toda la información documental y cartográfica del área de estudio. Se realizaron tanto entrevistas con investigadores como contactos con organismos públicos y privados, además de la revisión exhaustiva de la bibliografía relacionada.

Figura 1: Situación relativa del área de estudio.

Para cuantificar los cambios de cobertura se procesaron imágenes satelitales que estuviesen separadas en el tiempo por al menos 10 años. Concretamente, para cada sector se emplearon dos imágenes Landsat, una de la década de 1980 (Landsat TM) y una de la década de 2000 (Landsat ETM+) [Tabla 1]. Mediante el uso de programas para el procesamiento digital y el análisis de las imágenes satelitales, principalmente Idrisi y ArcView 3.3, se realizó una clasificación no supervisada de las imágenes, lo que permitió una identificación preliminar de la cobertura de la tierra. Luego se llevó a cabo una verificación de campo con el fin de confrontar los tipos de cobertura vegetal presentes en el sitio, con sus correspondientes firmas espectrales en las imágenes de satélite. De manera general, los diferentes tipos de vegetación se agruparon en vegetación anegable leñosa y herbácea, y vegetación no anegable, sabana, sabana arbolada y arbustales. Por su parte, los bosques ribereños conectan ambos ambientes y tienen un componente anegable durante las crecientes estacionales. De manera adicional, se identificaron otras coberturas no vegetales como áreas intervenidas (agropecuarias y/o deforestadas), áreas urbanas, áreas quemadas, y suelos expuestos, así como nubes, sombra de nubes y cuerpos de agua.
Tabla 1. Imágenes de satélite Landsat del área de estudio. La ubicación de los sectores se indica en la Figura 1.
Sector Path Fecha
Caicara 003/055 19/03/1988
07/03/2001
Requena 003/054 15/02/1985
07/03/2001
Mapire 002/054 19/04/1990
30/04/2000
Boca del Pao 002/055 26/03/1993
01/04/2001
Soledad 001/054 29/12/1992
19/12/2000
La integración de la información de las imágenes de satélite con las observaciones de campo permitió elaborar dos mapas de cobertura vegetal del área de estudio, uno “base” y otro “reciente”, ambos correspondientes a las décadas de 1980 y 2000, respectivamente. Se calculó el cambio observado entre las dos imágenes (aproximadamente 15 años) y la información derivada se utilizó para proyectar hacia el futuro, cubriendo un intervalo total de cambio de 50 años. Estos datos permitieron la aplicación del criterio A3, que incluye una porción observada en el pasado y una proyectada en el futuro, para un lapso combinado de 50 años . Es importante notar que las proyecciones futuras sólo se hicieron para las coberturas vegetales naturales.

Resultados

La tabla 2 muestra los cambios en las coberturas vegetales identificadas en el área inundable en los tres sectores con mayores riesgos de eliminación (Requena, Mapire y Soledad), observados entre 1985 y 2001 (15 años) y proyectados desde 1985 a 50 años en adelante; mientras que la tabla 3, expone los cambios en las coberturas no vegetales. En el área total no se identificó algún ecosistema amenazado, sin embargo, fue detectada una reducción relativamente pequeña en las comunidades anegables (vegetación leñosa y herbazales), mientras que en las no anegables se observó una reducción moderada de la vegetación leñosa, y una pequeña de las sabanas y bosques ribereños. De igual forma, hubo un leve incremento en la reducción de los arbustales y sabanas arboladas. Estos resultados se sustentan en los altos valores de áreas quemadas que mostraron una duplicación entre ambas fechas, con un incremento de 96% (Tabla 2). Sin embargo, si se analizan los diferentes sectores por separado, se observan cambios significativos localmente (Figura 2 ).
En el sector de Requena clasificarían En Peligro (EN) las comunidades leñosas anegables, Vulnerable (VU) los arbustales y sabanas arboladas no anegables, mientras que resultarían En Peligro Crítico (CR) los bosques ribereños (Foto 1 ). Al este del sector de Mapire, y debido fundamentalmente a los incendios, estarían En Peligro Crítico (CR) los herbazales anegables y los arbustales y sabanas arboladas sobre el plano de anegación. Por último, en el sector de Soledad también estarían En Peligro Crítico (CR) los herbazales del plano aluvial, los bosques ribereños y las sabanas altas. Las comunidades no sometidas a la creciente anual del Orinoco, como las sabanas, los arbustales y los bosque ribereños, incluyendo los morichales, se extienden ampliamente sobre las planicies de la Mesa, por lo que su conversión sería menos impactante. Sin embargo, la cobertura vegetal mantiene un importante equilibrio sedimentario y nutricional sobre los cauces que drenan al plano de anegación, y funcionan como corredor para el intercambio de especies vegetales y animales entre las partes altas y las bajas (e.g. polen, semillas y propágulos).
Tabla 2. Cambios de las coberturas vegetales observados (1985-2001) y proyectados (1985-2035) en los sectores de Requena, Mapire y Soledad. Incluye categorías y criterios de riesgo de eliminación.
Coberturas vegetales Cambio de cobertura
Área total Requena Mapire Soledad
Obs Pro Cat Obs Pro Cat Obs Pro Cat Obs Pro Cat
Vegetación leñosa anegable -5 11
-22 -61
 A3
2 10
7 31
Herbazales anegables -1 -3
24 43
-29 -100
 A3
-20 -100
 A3
Bosques ribereños -4 -10
-56 -278
 A3
5 24
-18 -100
 A3
Arbustales 10 21
-14 -35
 A3
-15 -89
 A3
49 165
Sabanas arboladas 13 26
-13 -34
 A3
-36 -100
 A3
-3 -14
Sabanas abiertas -3 8
53 75
73 212
-23 -100
 A3
Obs: cambio observado; Pro: cambio proyectado; Cat: categoría de riesgo

Tabla 3. Cambios de las coberturas no vegetales observados (1985-2001) en los sectores de Requena, Mapire y Soledad.
Cambio de cobertura observado (%)
Coberturas no vegetales Área total Requena Mapire Soledad
Áreas quemadas 96 72 205 91
Suelos expuestos 10 3 11 18
Áreas intervenidas -38 0 -63 -28
Áreas urbanas 3 0 0 48

Foto 1: Rebalse anegado, Requena, estado Guárico. Giuseppe Colonnello


Figura 2: Mosaico de imágenes Landsat (combinación en falso color 453). Sectores estudiados antes (A) y después (D): Requena (R), Mapire (M), y Soledad (S). Coberturas observables (colores): Vegetación anegable y bosques tropófilos y ribereños (rojo-naranja ladrillo), áreas quemadas (verde oscuronegro), agua (azul), sabanas (verde-azul), centros poblados (morado).

Una de las dificultades principales para determinar con más precisión las áreas que habían sufrido cambios en el período considerado, fue la calidad de las imágenes disponibles. Por ejemplo, en el sector de Mapire la clasificación indicó reducciones de la vegetación herbácea mas no en la vegetación leñosa, sin embargo, en un recorrido en bote se documentó quemas extensas de áreas boscosas de la orilla del río y hacia el interior, en la laguna de Anache. Actualmente los troncos secos están cubiertos por trepadoras que enmascaran esta perturbación. De manera similar, en la orilla derecha del Orinoco, al oeste de la desembocadura del río Caura, amplias áreas del plano de anegación fueron clareadas para introducir ganado durante el estiaje, y aunque las imágenes satelitales no indicaron cambios, las fotos in situ muestran una cobertura muy rala de matorral, con arbustos y palmas con los cogollos quemados y rebrotando. El incremento de las quemas en este sector fue mayor a 200%. Cuando la quema ha ocurrido algunos años antes de la captura de la imagen, los procesos de recolonización vegetal borran parcialmente los efectos del factor perturbador. Igualmente, en el sector Soledad, el más poblado de las tres localidades, se observan reducciones de 20% en los herbazales anegables, probablemente destinados a la agricultura o al pastoreo. Así mismo, las comunidades leñosas, aunque no presentan una disminución en la clasificación de la imagen, han sido fuertemente afectadas por talas selectivas .
Para los rebalses del Orinoco, son pocos los estudios acerca del uso de la fauna de estos hábitats, con la única excepción de la ictiofauna. Sin embargo, la reducción de la cobertura de herbazales y bosques anegables tendría un marcado efecto negativo en la conservación del manatí (Trichechus manatus), una de las especies que utiliza estos ambientes para su alimentación y refugio .

Conclusiones

La mayor amenaza para la vegetación de los rebalses y del bosque de galería de los cauces tributarios, es la expansión de las actividades agrícolas para el cultivo del algodón y otros rubros, así como las actividades pecuarias. Recientemente se han instalado varias desmotadoras y cooperativas en Cabruta, Mapire y Santa Cruz del Pao. Si bien estas actividades son llevadas a cabo durante el período seco, los habitantes recurren a la quema para clarear los terrenos, práctica que reduce la superficie de herbazales y bosques e impide la regeneración de los suelos (e.g. compactación y ramoneo de los brotes y plántulas).
Igualmente, con el desarrollo agroindustrial de los estados Guárico y Anzoátegui (siembra de maíz y extracción de hidrocarburos) y los nuevos enlaces viales y ferrocarrileros, se estima un incremento sustancial de la población humana con una repercusión importante en las comunidades naturales. Los rebalses son utilizados de forma intensa por pescadores y productores agrícolas, impulsados por incentivos como créditos para la compra de lanchas, motores y semillas, así como por la construcción de infraestructura para el procesamiento del algodón. Por otra parte, debe considerarse la extracción de materiales vegetales para la construcción de casas y para estantillos de potreros. Se trata de una intervención imperceptible para los sensores remotos, pero muy clara cuando se recorren las localidades.

Bibliografía