Estudios de caso
Estado de amenaza de los ecosistemas al norte y sur del lago de Maracaibo, Estado Zulia

María Idalí Tachack-García, Fabián Carrasquel, Sergio Zambrano-Martínez

Paisaje vegetal: Depresión de Maracaibo (B1)

Localidad:
Norte y sur cuenca del lago de Maracaibo
Estados:
Zulia
Área aprox.:
6,485 km2
Formación VegetalCategoríaCriterio
Bosques siempreverdes
 
A1
Bosques semideciduos
 
A2
Bosques de ribereños
 
D
Ciénagas
 
D
Manglares
 

Contexto

La biorregión Depresión de Maracaibo está ubicada en el estado Zulia, en el sector noroccidental de Venezuela (Figura 1 ). El estado Zulia abarca unos 63.100 km², incluyendo tierra firme, el lago de Maracaibo y parte del golfo de Venezuela, lo que representa aproximadamente 6,90% de todo el territorio venezolano, siendo la quinta entidad de mayor superficie en Venezuela, luego de los estados Bolívar, Amazonas, Apure y Guárico. Por su parte el lago de Maracaibo, el mayor de América del Sur, cubre 12.013 km² de superficie, con un largo máximo de 155 km y un ancho máximo de 120 km. En su porción sur la profundidad máxima observada es 34 m. Desde el punto de vista climático, el estado Zulia pertenece a la zona cálida, aunque la sierra de Perijá, área poco poblada que se extiende en la parte occidental, corresponde a la zona templada .

Figura 1: Área delimitada para el caso de estudio.

Los vientos alisios del Noroeste penetran libremente en la depresión zuliana y aportan alta humedad, que se condensa al contacto con las altas laderas de las serranías, y permite que los ríos transporten considerables caudales que mantienen dulces las aguas del sur del lago. Los materiales aluviales aportados por los ríos Santa Ana, Catatumbo y Escalante, entre otros, definen un delta lacustre al sur del lago, y crean suelos pantanosos con lagunas y ciénagas que imposibilitan el desarrollo de actividades humanas. Esta confluencia parece determinar un fenómeno meteorológico muy interesante, el relámpago del Catatumbo. En esta zona destacan los ecosistemas de bosques deciduos, bosques semideciduos y bosques siempreverdes .
De acuerdo con Hueck (1960), la vegetación predominante en la región eran las selvas hidrófilas y siempreverdes periódicamente inundables, bosques deciduos mesófilos periódicamente húmedos, que incluyen pantanos y ciénagas, bosques deciduos semisecos, bosques secos, estepas de gramíneas cenagosas periódicamente inundables, y bosques de galería y manglares. Posterior a lo descrito por Huek, el mapa de vegetación de Huber y Alarcón (1988) señala que en la subregión Depresión de Maracaibo predominan áreas intervenidas con parches de bosques deciduos, bosques siempreverdes, y sabanas y herbazales (e.g. Parque Nacional Ciénagas de Juan Manuel). Este mapa refleja una dramática transformación de los paisajes de la región, cuyo remanente son áreas altamente intervenidas por las distintas presiones de uso, que en gran medida han reducido la vegetación original allí presente. Adicionalmente, Portillo y Pietrangeli (2004) indican que más de 90% de los bosques ha desaparecido desde 1982 hasta 2003, lo que ubica a la región zuliana en los índices de deforestación más altos del país.
Las tierras del sur del lago están cubiertas por platanales, cultivos de importancia para el abastecimiento del mercado nacional. En la misma zona tienen lugar otras actividades económicas, como la cría de ganado bovino y porcino, que favorecen la industria láctea y cárnica nacional. Los afluentes que descienden de la sierra de Perijá, como los ríos Palmar, San Juan, Apón, Guasare y Socuy, han facilitado el establecimiento humano en la zona, ya que son la base del desarrollo de las actividades agropecuarias y además forman una importante reserva hídrica para el estado .

Métodos

Se realizó una búsqueda exhaustiva de las imágenes satelitales Landsat disponibles para el área de estudio, a través del servicio de productos satelitales con cobertura global Earth Science Data Interface (ESDI) del Global Land Cover Facility (GLCF), de la Universidad de Maryland, de donde se tomaron todas las imágenes utilizadas (Tabla 1) .
La selección de las imágenes estuvo basada en cuatro condiciones principales: a) la disponibilidad de al menos dos imágenes de satélite Landsat de suficiente calidad (poca nubosidad) y separadas por un mínimo de diez años; b) la presencia de vegetación contrastante; c) la presencia de áreas urbanas y áreas naturales; y d) la presencia de al menos un área protegida.

Tabla 1. Imágenes de satélite Landsat de la Depresión de Maracaibo (Norte y Sur)
Localización Path Fecha Satétite Formato
Norte 007/053 31 Dic 1986 Landsat TM GeoTIFF
007/053 03 Mar 200 Landsat ETM+ GeoTIFF
Sur 007/054 31 Dic 198 Landsat TM GeoTIFF
004/057 09 Mar 2003 Landsat ETM+ BSQ

Figura 2: Cambio de cobertura de los ecosistemas terrestres al norte y sur del lago de Maracaibo en 1986 y 2001-2003.

La identificación y descripción de las coberturas vegetales finales se hizo tomando como base cinco de las unidades fisonómicas identificadas en el mapa de vegetación por Huber y Alarcón (1988): bosques siempreverdes, bosques semideciduos, bosques ribereños, manglares y herbazales pantanosos (ciénagas). Adicionalmente, se identificaron otras clases de coberturas no vegetales: plantaciones forestales, áreas intervenidas (agropecuarias y/o deforestadas), áreas urbanas, áreas quemadas, suelos expuestos, así como nubes, sombras de nubes y cuerpos de agua. Esta información fue corroborada en campo en mayo de 2008.
Entre los resultados para la región del norte y sur del lago se tiene la construcción de dos series de mapas de cobertura: los mapas de cobertura terrestre de 1986, y los de 2001 y 2003 (Figura 2 ).
En cuanto a la aplicación del sistema de categorías de riesgo, ésta se realizó mediante la clasificación de las coberturas vegetales identificadas, a las cuales se les aplicó el método propuesto por Rodríguez y colaboradores (2011) .

Resultados

El estado Zulia ha enfrentado una intensa actividad antrópica, y el área de estudio muestra una fuerte disminución de su cobertura vegetal debido al desarrollo de actividades ganaderas y agrícolas, de quemas y talas para implantar cultivos, además de la actividad petrolera, principal fuente de impactos en la región. Al sur del lago de Maracaibo, en el área que comprende el Parque Nacional Ciénagas de Juan Manuel y la Reserva de Fauna Silvestre Ciénagas de Juan Manuel de Aguas Blancas y Aguas Negras, son muy frecuentes las quemas para expandir la actividad ganadera, por lo que algunos ecosistemas como manglares y bosques ribereños se encuentran seriamente amenazados.
En la parte oriental de la Depresión de Maracaibo, zona tradicional de la actividad petrolera del estado Zulia, levantan los campos emblemáticos de las empresas y contratistas: La Rosa (Cabimas), Punta Benítez (Punta Gorda), Tía Juana Tierra, Lagunillas Tierra (Ciudad Ojeda y Lagunillas), Bachaquero Tierra (Bachaquero), Mene Grande (Mene Grande), Barúa (El Tigre), Motatán (Santa Isabel), Tomoporo (Tomoporo), son algunos de los ubicados en el interior del lago. En la costa oriental del lago también destaca la Planta de Fraccionamiento de Gas Licuado Ulé (municipio Simón Bolívar) y el Complejo Petroquímico El Tablazo (municipio Miranda), además de numerosas empresas de servicios, y puertos para buques tanqueros.
En las imágenes evaluadas se identificó una importante actividad ganadera, así como un área altamente intervenida, principalmente en los lugares donde se emplazan las actividades petroleras. Igualmente fueron detectadas grandes zonas de pastizales, donde deberían existir bosques deciduos y semideciduos.
Al Occidente destacan zonas con mayor actividad agropecuaria, con grandes extensiones de pastizales o potreros. La presencia de lotes de terrenos con altos niveles de clorofila sugiere la posibilidad de que se trate de cultivos de palma aceitera africana (Elaeis guineensis), especie introducida desde 1992 que ha dado lugar a una actividad económica importante, desplazando la actividad ganadera. En la imagen de 1986, los lugares donde se encuentran los extensos cultivos de esta palma eran interpretados como bosque natural, pero la imagen de 2003 revela que la vegetación original fue reemplazada por la palma en cuestión. Aún en la imagen de 2003 esta especie genera confusión, debido a que en su estado de madurez se asemeja a la vegetación natural .
Por otro lado, se identificaron bosques ribereños en los ríos Santa Ana, Río Negro y Catatumbo, los cuales presentan en la actualidad una fuerte reducción de los bosques ribereños, en comparación con la imagen de 1986. Este tipo de vegetación que se encuentra dentro del Parque Nacional Ciénagas de Juan Manuel se mantiene relativamente estable, a diferencia de los bosques en los alrededores sometidos a fuertes presiones de uso. Los bosques siempreverdes y las sabanas y herbazales en el parque nacional se muestran en buen estado de conservación.
Con base en la clasificación de las coberturas identificadas, evaluadas mediante el sistema de categorías de riesgo de eliminación, se procedió a determinar el estatus de cada uno de los ecosistemas, tomando en cuenta los cambios de cobertura y el patrón de fragmentación . Se encontró que al aplicar los criterios A, B y C, el criterio B usualmente determinó un mayor riesgo de eliminación, aunque en casos especiales se aplicó el criterio D (referente a ecosistemas de distribución restringida). La Tabla 2 muestra los cambios detectados para coberturas vegetales, y la Tabla 3 los cambios de coberturas no vegetales, no contrastadas con el sistema de categorías de riesgo.

Tabla 2. Cambios en los tipos de coberturas vegetales del norte del lago de Maracaibo (1986-2001).
Tipo de cobertura1986 (km2) 2001 (km2) Observado Proyectado Categoría
Norte Sur Norte Sur Norte Sur Norte Sur
Bosques siempreverdes 622,94 494,46 -20,62 -69,96
Bosques semideciduos 1.056,47 290,46 -72,51 -710,02
Bosques ribereños 398,01 138,75 446,21 116,85 12,11 -15,79 29,08 -50,47
Ciénagas 1.198,94 3.040,68 1.194,42 2.643,45 -0,38 -13.06 -1,02 -40,46
Manglares 29,67 28,31 -4.57 -12,90

Tabla 3. Cambios en los tipos de coberturas no vegetales al norte del lago de Maracaibo (1986-2001).
Tipo de cobertura1986 (km2) 2001 (km2)
Norte Sur Norte Sur
Plantaciones forestales 1.069,46 1.281,74 437,54 1.065,84
Suelos expuestos 1.695,94 476,32 2.341,31 420,40
Áreas intervenidas 10.103,70 4.346,13 10.359,55 4.550,91
Áreas urbanas 830,92 7,84 918,81 23,23
Áreas quemadas 0 55,03 481,58 519,47
De acuerdo con el período que abarcaban las imágenes, y según el factor de conversión de las coberturas de los ecosistemas, los bosques semideciduos se encuentran En Peligro (EN), ya que su reducción alcanza 795,11 km2 (73,42%, cercano al umbral donde calificaría En Peligro Crítico). Esta disminución se evidencia en todas las escalas analizadas, destacando los municipios Baralt, José Enrique Lossada y Mara. No obstante, al aplicar el criterio A2 para la proyección de la cobertura en el futuro (50 años), este tipo de ecosistema califica como En Peligro Crítico (CR), un pronóstico que causa preocupación sobre todo por las amenazas que enfrenta actualmente la vegetación de la zona.
Por otro lado, los bosques siempreverdes y ribereños tuvieron una pérdida cercana a 150 km2. Esta disminución al norte del lago de Maracaibo alcanzó 128,88 km2 (20,68%), en cambio, al sur se observó una reducción de 253,36 km2, donde 8,38% corresponde al área total de la ciénaga. Para el período de estudio y en la proyección a 50 años, la situación del municipio Miranda y Cabimas califica En Peligro Crítico (CR).
A pesar de que a nivel regional los bosques ribereños se ubican en la categoría Preocupación Menor (LC), a escala municipal algunas zonas califican en la categoría Eliminado (E) o En Peligro Crítico (CR), como es el caso de los municipios Baralt, Cabimas, Catatumbo, José Enrique Lossada, Francisco de Miranda, Páez, Rosario de Perijá, Santa Rita y Jesús María Semprum, junto con los ubicados en la Reserva de Fauna Silvestre Ciénagas de Juan Manuel de Aguas Blancas y Aguas Negras.
Los estudios realizados en la zona indican que entre los principales factores de degradación de los ecosistemas de bosques (siempreverdes, semideciduos y ribereños) se encuentra el crecimiento urbano, la expansión de la actividad agrícola, y un crecimiento aproximado de 1.350 km2 distribuidos entre suelos expuestos, áreas de cultivos (palma aceitera, malanga y plátano), centros poblados y áreas quemadas. Sin embargo, es más impactante dentro de la ciénaga la identificación de un incremento de 940 km2 en áreas quemadas. Por otra parte, en la zona costera, en los municipios Maracaibo, Francisco de Miranda, Mara y Rosario de Perijá, el desarrollo de la actividad turística afecta principalmente los ecosistemas marino-costeros (manglares).
El mismo caso se observa en la cobertura de manglares de las ciénagas, que a pesar de estar bajo una figura de protección se encuentran afectados por varios factores que amenazan su futuro. Esta cobertura fue la única a la cual se aplicó el criterio D, que se utiliza para ecosistemas de distribución geográfica restringida, y resalta su especial susceptibilidad a catástrofes debido a la poca extensión que estos manglares ocupan naturalmente . Con base en lo anterior, en la mayoría de los municipios se observó que los manglares se encuentran en baja cantidad y muy dispersos, por lo que califican tanto En Peligro Crítico (CR) como Vulnerable (VU), sin embargo, debe tenerse en cuenta que la situación de riesgo que finalmente se asigna es la categoría de mayor magnitud.
Estos resultados no constituyen un nuevo hallazgo. Según información recopilada por el MARN (2000), para 1991 en Venezuela se habían perdido 32% de los espacios naturales al norte del Orinoco como consecuencia de los desarrollos hidráulicos, la minería, la actividad agrícola, la expansión urbana y la quema de la vegetación.
Entre las principales consecuencias de estas actividades destaca la reducción de la cobertura de los ecosistemas naturales y la creación de paisajes fragmentados, en los que algunos remanentes del ecosistema original, de tamaños y formas variables, quedan inmersos en un mosaico de ambientes transformados . A su vez, la pérdida de cobertura y la fragmentación a gran escala de los ecosistemas, puede alterar radicalmente el ambiente físico y el clima, tanto a nivel local como a nivel regional, provocando la extinción de muchas especies y modificando la composición faunística y vegetal original (Foto 1 ). De hecho, se ha determinado que la pérdida y degradación de hábitats o ecosistemas afecta 89% de todas las aves amenazadas, 83% de los mamíferos amenazados y 91% de las plantas amenazadas globalmente .
Teniendo lo anterior como base y con el análisis de las estadísticas de deforestación en Venezuela reportadas por la Organización de las Naciones Unidas, se confirma que en gran medida la pérdida de bosques está directamente asociada a la expansión de la frontera agropecuaria. Según datos de la OCEI, las tierras catalogadas como agrícolas pasaron de 24 millones de hectáreas en 1980 a casi 32 millones de hectáreas en 1998, lo que corresponde a un incremento de 8 millones de hectáreas durante ese período. De esta expansión, aproximadamente 60% se debe a la conversión a la actividad agropecuaria de tierras originalmente cubiertas por bosques. Este valor corresponde a una tasa de deforestación anual de 2,8% a nivel nacional . Lo anterior está muy relacionado con el proceso de sabanización de los ecosistemas de bosques tropicales. Es frecuente observar como grandes extensiones de estos ecosistemas generalmente son reemplazados por monocultivos, bien sea para alimentación humana o ganadería. Los llanos venezolanos son una clara muestra de esta alteración.
Dado que las evaluaciones de riesgo pueden ser llevadas a cabo a diferentes escalas espaciales, y usualmente ocurrirán a lo largo de porciones de ecosistemas que constituyen una submuestra de su distribución global, es muy importante tener en cuenta que la probabilidad de que un ecosistema en particular sea considerado bajo amenaza aumentará en la medida en que el tamaño de la unidad evaluada disminuya .
Estos datos reflejan los efectos de las acciones antrópicas acumuladas en el tiempo, lo cual se traduce en pérdida de la biodiversidad local. Lo anterior, unido al crecimiento de las áreas urbanas, pone de manifiesto la alta presión local a la que está sometida la biodiversidad en esta zona petrolera.

Conclusiones

La aplicación del sistema de categorías de riesgo en la Depresión de Maracaibo durante las últimas dos décadas, demuestra el fuerte impacto de las actividades antrópicas (la expansión de la frontera agrícola, las actividades ganaderas, la deforestación y el crecimiento urbano) sobre los ecosistemas naturales de Venezuela.
Tomando esto en cuenta, los resultados indican que para la mayoría de los casos, a pesar de que los cambios de cobertura absolutos ocurridos durante la última década pueden no ser tan marcados, se predice una reducción acentuada de los ecosistemas en el futuro cercano (50 años) en caso de persistir las tasas actuales de conversión, lo que incrementaría el riesgo de eliminación.
El sistema de categorías constituye una herramienta útil y relativamente fácil de aplicar, que por primera vez permite evaluar de forma objetiva, repetible y transparente el riesgo de eliminación de los ecosistemas terrestres. Esto hace del sistema un valioso aporte para detectar rápidamente la pérdida de ecosistemas terrestres, y alertar a los entes gubernamentales y privados, sobre las implicaciones de la pérdida de servicios ambientales (agua, clima, suelos).
Una de las principales bondades de este sistema, es que al enfocarse sólo en el riesgo de eliminación separado del establecimiento de prioridades de conservación, permitirá que los diseñadores de políticas públicas sean explícitamente conscientes de la escala espacial en que éstas deben ser implementadas, así como la forma en que estas políticas podrían afectar la situación de los ecosistemas más allá de su área de influencia.

Foto 1: Ciénaga de Juan Manuel, estado Zulia. Sergio Zambrano-Martínez

Bibliografía